La variabilidad en torno al crecimiento para el doble aguinaldo
Walter Morales Carrasco / Vicepresidente del Colegio de Economistas de Santa Cruz
Nos encontramos en un momento en que existen datos económicos contradictorios, dependiendo la variable y el corte estadístico.
A los detalles me remito. En valores corrientes, si bien las exportaciones siguen creciendo, la balanza comercial sería la más deficitaria de la historia. Asimismo, de acuerdo al último Reporte de Balanza de Pagos, 2017 ha visto un incremento de pasivos externos, pasando a una Posición de Inversión Internacional negativa.
Por otro lado, si bien el PIB trimestral muestra una mejora con relación a los dos periodos inmediatos anteriores (de esta misma gestión), es el más bajo de ese corte en los últimos 12 años, excluyendo los periodos de impacto de la crisis financiera entre 2009-2010 (aunque habían mejores precios promedio que los actuales, lo cual da que pensar).
De igual forma, pese a que los datos de crecimiento semestral, muestran cierta tendencia favorable al 4.5%, si miramos los datos de crecimiento anual, en 2017 se ubicaría alrededor del 4%.
En esa línea, revisando la evolución de los últimos 5 años, desde el pico de 6.8% en 2013, lo que está claro es que, de no suceder algún shock de magnitud, la velocidad de disminución del crecimiento está en declive, por lo que estaríamos llegando a una nueva normalidad, con tasas de crecimiento potencial en torno al 4.0%, con una desviación de +-0.5%, como el rango más probable para el 2018, dadas las señales del Gobierno Nacional y la multidimensionalidad de variables que intervienen. Sin embargo, el costo y desafíos estructurales son latentes e incrementales al forzarlo.
Ya se requiere un ajuste fiscal, que implica hacer más eficiente al Estado y principalmente la Inversión Pública, en selección y ejecución, puesto que cada vez es más onerosa en generar crecimiento. La financiación a las Empresas Públicas no está dando réditos de impacto y se ha vuelto a la senda de generar déficits fiscales que están presionando la Deuda Pública.
Aunque todavía el stock se encuentra en niveles manejables, menores al 50% del PIB, muestra una trayectoria de cuidado. Existe evidencia empírica y marcos indicativos a nivel internacional que demuestran que al pasar este umbral, se torna cada vez más complejo el ajuste. Además, la sostenibilidad de la deuda se encuentra en función a ratios de crecimiento económico superiores al promedio del costo financiero, que se están aproximando.
Desafortunadamente, no se vislumbra una corrección fiscal para este 2018. Por el contrario, la previsión es que el déficit continúe subiendo y la presión tributaria y el BCB coadyuven aun más en las necesidades de recursos del Estado.
Otra corrección necesaria, mediante una depreciación real, debiera atender la sobrevaloración del tipo de cambio que, en función del modelo utilizado, se encuentra en un intervalo entre 17 – 30%. Para evitar que se sigan drenando Reservas Internacionales, con un esquema fijo, la efectividad de la política monetaria y el espacio que aun hoy se tiene, requiere indeseados controles de capitales, que también se vienen incrementando. Esta corrección es la más compleja y será postergada cuanto sea posible.
Adicionalmente, dado que hemos cerrado 2017 con una inflación del 2.71%, que será más baja que este 2018, aun con otra revisión metodológica, para no perjudicar más la competitividad de los bienes transables, es imprescindible vincular el crecimiento salarial a la productividad, sumado a un marco más creíble a la Inversión Privada, interna y externa.
Finalmente, también se debe avanzar en la confiabilidad y disponibilidad de la data. A colegas y estudiantes usualmente insto a orar por los gobernantes, incluyendo que las cifras que nos muestran sean tales.
Walter Morales Carrasco, es Vice-Presidente del Colegio de Economistas de Santa Cruz.