¿Por qué no sorprenden los nuevos smartphones?

¿Por qué no sorprenden los nuevos smartphones?

 

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Con la innovación ralentizándose, tal vez las profecías de un mundo tecnologizado no se cumplan. Aun así, la ciencia no se rinde.


A comienzos del 2007 las cosas eran muy distintas. No existía Android ni el iPhone. Nokia era la vanguardia en el mercado mundial de móviles, mientras BlackBerry iniciaba su entrada en el segmento de usuario final con el modelo Pearl. ¿Twitter?, no existía; Facebook estaba tan en pañales. Y el proyecto YouTube, tras un año en la red, era adquirido por Google en US$1.650 millones. Pero todo cambia. Y en tecnología, con más rapidez aún.

En sólo siete años Google ha puesto en el mercado 1.000 millones de dispositivos Android y Apple pronto superará los 700 millones de dispositivos iOS. YouTube cuenta con más de 1.000 millones de usuarios a nivel mundial, generando el 4% de su tráfico desde dispositivos móviles, según detalla ForresterResearch, indicando además que Facebook cuenta con 1,2 millón de usuarios y genera el 41% de sus ingresos por publicidad desde smartphones y tabletas. Y el joven del grupo, Twitter, tiene más de 230 millones de usuarios y genera más del 70% de sus ingresos a través del móvil.

No es un misterio que todos estos avances han modificado nuestros trabajos, nuestro ocio-entretenimiento y hasta nuestras propias relaciones personales. Nuestra relación con los teléfonos nos modelan. Sin embargo, existe en el ambiente una sensación de que las tecnologías y sus servicios están experimentando estancamiento. Ya no sorprenden los nuevos lanzamientos y no se masifican nuevos servicios de palpable utilidad, más allá de las aplicaciones de entretenimiento y mensajería. Más de lo mismo, es el comentario tras el lanzamiento del nuevo smartphone de moda. Tal vez los anuncios apocalípticos de un mundo dominado por la tecnología no se hagan realidad.

Sueño tecno. "La innovación se ha ralentizado. Incluso los modelos más emblemáticos de los dos principales proveedores, Apple y Samsung, han sido ampliamente criticados por introducir sólo mejoras incrementales a partir del modelo anterior y no introducir nuevas experiencias", dice Ramón T. Llamas, director de investigación en teléfonos móviles de IDC. "No hemos visto el final de la innovación, pero tendremos que esperar". Tal como en 2007, algo está cambiando. Pero esta vez en reversa.

La realidad actual es que las investigaciones de Inteligencia Artificial (AI, por sus siglas en inglés) no están avanzadas como hace algunos años se pronosticaba. "Hacer un software que parezca humano no ha resultado, se detecta muy rápido que no son personas y hay que ser bastante tecnológico y nerd para enamorarse de Siri", dice el investigador José Miguel Piquer, PhD. en Informática de la École Polytechnique de París. Tal como las películas de ciencia ficción de los años 60, las predicciones sobre este siglo se están quedando cortas.

Pero la ciencia insiste. Analistas de la industria coinciden en que las tecnologías de sensores que poseen la mayoría de los smartphones tienen un potencial no aprovechado. El objetivo de los fabricantes es poder dar al usuario una interacción más natural, con un teléfono que sea consciente de lo que está haciendo. Un verdadero asistente personal.

Es en este punto donde aún estamos lejos. Hoy la interacción con los dispositivos no es natural y requiere de mucha atención de nosotros hacia ellos. "Hoy nuestros dispositivos nos distraen todo el tiempo", dice Piquer. "Lo que buscamos es ese dispositivo que haga su trabajo, pero no nos moleste. Es nuestro sueño: que se coordine y converse con otros dispositivos, que se 'enchufe solo' cuando necesita energía".

La antropóloga Genevieve Bell, directora de Investigación de Interacción y Experiencia de Intel Labs, ha liderado investigaciones que buscan indagar cómo debe ser el dispositivo ideal, llegando a la elaboración de cuatro reglas esenciales: la gente quiere que la tecnología sea verdaderamente personal, que los entienda; la tecnología no debe incomodarnos físicamente; la tecnología no debe ser un adormecedor de la realidad ni un distractor; y por último, debe ayudarnos a sacar lo mejor de nosotros mismos, al extender lo que podemos hacer.

"Se trata de pasar de la interacción hombre-máquina a las relaciones hombre-máquina", afirma Bell. "Esta visión global requiere una constante interacción entre lo que la tecnología hace posible y lo que los individuos desean".

Transición estratégica. Hay movimiento en el ambiente. Google compró a Motorola, Microsoft hizo lo propio con Nokia. Cisco, SAP y Lenovo están pensando en comprar la totalidad o porciones de BlackBerry. Mientras, se rumorea que Amazon lanzaría su propio smartphone con HTC el 2014, cosa que Mozilla realizó este año con el lanzamiento de su smartphone OS Firefox. El ecosistema parece no tener un patrón común; sin embargo, sí existe algo evidente y que tiene relación con el desarrollo de dispositivos asistentes: el fortalecimiento y alineación estratégica de hardware y software en un solo producto.

"Creo que el objetivo de Google / Motorola y Microsoft / Nokia es tener el control total del software y hardware, similar a lo que Apple y BlackBerry hacen con sus respectivos enfoques y estrategias verticales", dice Llamas. "Se convierte en una integración más estrecha y, en teoría , permite un desarrollo más rápido".

El desafío para los gigantes de la tecnología será potenciar la innovación de software y servicios a través de plataformas. Las innovaciones de larga duración tienen que estar vinculadas con el software, los servicios y los ecosistemas de aplicaciones. Por eso el actual líder en venta de smartphones, Samsung, está en riesgo de ser demasiado dependiente del ecosistema Android, debido al éxito de su gama Galaxy. "Software y servicios no son todavía parte del ADN de Samsung", explica Llamas, de IDC.

Entonces resulta prudente tomar una pausa ante los grandilocuentes lanzamientos de nuevos smartphones. Y sobre todo ver cómo las compañías afinan estos nuevos productos con soluciones y servicios de real utilidad.

Por otra parte, no estaría mal rezar para que las operadoras de telecomunicaciones gestionen en forma óptima la cantidad de datos que ponen en marcha las tecnologías avanzadas. Como en la política, esperemos que las promesas se cumplan.